Teman a Dios con amor.
1 Así como existe un celo malo de amargura que separa de Dios y conduce al infierno, 2 también existe un celo bueno que aparta de los vicios y lleva a Dios y a la vida eterna. 3 Practiquen los monjes este celo con amor ardiente, 4 es decir, estimarán a los demás más que a uno mismo, 5 tolerándose con gran paciencia sus debilidades tanto físicas como morales. 6 Se emularán en obedecerse mutuamente. 7 Nadie busque lo que cree mejor para sí sino lo que más le conviene al otro. 8 Practiquen una desinteresada caridad fraterna. Teman a Dios con amor. 10 Amen a su abad con humilde y sincera caridad. 11 De ninguna manera antepongan nada a Cristo, 12 y que él nos lleve a todos juntos a la vida eterna.
« 71. La obediencia mutua. 73. Esta regla no incluye todo el camino de perfección. »