miércoles, 30 de octubre de 2024
Biblioteca de Silos. Norberto sentado

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40. La ración de bebida.

No dar lugar a la embriaguez.
     1 Cada cual ha recibido de Dios su don particular: unos uno, otros otro. 2 Por ello fijamos con cierto escrúpulo la cantidad de alimento que otros deben tomar. 3 Sin embargo, para atender a las flaquezas humanas nos parece bastar una hémina (0,273 l.) de vino al día para cada uno. 4 Pero aquellos a quienes Dios dé la fuerza de la abstinencia, sepan que tendrán su propia recompensa. 5 Pero si las circunstancias del lugar, el trabajo o el calor del verano exigen algo más, quede al arbitrio del superior, cuidando sobre todo no dar lugar a la hartura o embriaguez. 6 Aunque leemos que el vino de ninguna manera es propio de los monjes, como en nuestros días es imposible persuadirles de ello, convengamos al menos en no beber hasta la saciedad sino con moderación, 7 porque el vino hace apostatar hasta a los sabios. 8 Pero donde la circunstancia del lugar hace ver que no se encuentra ni la medida antes citada sino mucho menos o nada en absoluto, bendigan a Dios los que allí viven y no murmuren. 9 Por encima de todo recomendamos que se abstengan de murmuraciones.


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