Conchas marinas de los siglos muertos,
repercuten los claustros los cantares
que, olas murientes de la eterna costa,
desde el destierro de la tierra se alzan
bregando por su paz las almas trémulas.
Escritos estos versos para mi poema El Cristo de Velázquez durante mi estancia, en la Semana Santa de 1914, en esta abadía de Santo Domingo de Silos, a donde vine, hombre de guerra, a disfrutar unos días de paz para poder tornar con nuevo empeño a la batalla, que es mi vida.
Miguel de Unamuno, Silos 12 abril 1914.