miércoles, 04 de diciembre de 2024
Biblioteca de Silos. Bernardo andando

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4. Intrumentos de las buenas obras.

Amar a Dios y al prójimo.
     1 Ante todo, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas 2 y al prójimo como a ti mismo. 3 Y luego no matarás, 4 no cometerás adulterio, 5 no robarás, 6 no codiciarás, 7 no darás falso testimonio. 8 Honra a todos los hombres 9 y no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti.

Castigar el cuerpo.
     10 Negarse a sí mismo para seguir a Cristo. 11 Castigar el cuerpo, 12 no darse a los placeres, 13 amar el ayuno. 

Practicar la misericordia.
     14 Socorrer a los pobres, 15 vestir al desnudo, 16 visitar al enfermo, 17 enterrar a los muertos. 18 Ayudar al atribulado, 19 consolar al afligido. 20 Hacerse ajeno a la conducta del mundo, 21 no anteponer nada al amor de Cristo. 

Amar a los enemigos.
     22 No dejarse llevar de la ira, 23 ni guardar resentimiento. 24 No ser falso por dentro, 25 ni dar la paz fingida. 26 No echarse atrás en la caridad. 27 No jurar para no hacerlo en falso, 28 decir la verdad con el corazón y con los labios. 29 No devolver mal por mal. 30 No hacer daño a otro, sino llevar con paciencia el que le hagan. 31 Amar a los enemigos. 32 No maldecir a los que le maldicen, sino bendecirles. 33 Sufrir la persecución por la justicia. 

No darse al regalo.

    34 No ser orgulloso, 35 ni bebedor, 36 ni comilón, 37 ni dormilón, 38 ni perezoso, 39 ni murmurador, 40 ni calumniador.

Poner su esperanza en Dios.
     41 Poner su esperanza en Dios. 42 Cuando vea en sí algo bueno, atrubúyaselo a Dios y no a sí. 43 En cambio, reconozca siempre el mal que ha hecho y téngase por responsable.

Tener presente la muerte.
     44 Temer el día del juicio. 45 Sentir terror del infierno. 46 Desear la vida eterna con anhelo espiritual. 47 Tener cada día presente ante los ojos la muerte. 48 Vigilar constantemente la propia conducta. 49 Estar seguro que en todo lugar Dios le está mirando. 50 Los malos pensamientos que nos vengan al corazón estrellarlos inmediatamente contra Cristo y manifestarlos al anciano espiritual. 51 Guardar la boca de conversación mala o deshonesta. 52 No ser amigo de hablar mucho. 53 No hablar a lo tonto o por hacer reír. 54 No gustar de reír mucho o estrepitosamente. 

Darse a la oración.
     55 Oír con gusto lecturas santas. 56 Darse con frecuencia a la oración. 57 Reconocer a diario en la oración ante Dios los pecados pasados con lágrimas y gemidos. 58 Enmendarse en adelante de esos mismos pecados. 

Aborrecer la propia voluntad.
     59 No realizar los deseos de la carne. 60 Aborrecer la propia voluntad. 61 Obedecer en todo los mandatos del abad, aun cuando él -¡jamás suceda!- obre de otra manera, acordándose de aquel precepto del Señor: Haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen. 62 No querer ser tenido por santo antes de serlo, sino serlo primero para que lo digan con razón. 

Jamás desesperar de la misericordia de Dios.
     63 Poner por obra a diario los preceptos de Dios. 64 Amar la castidad. 65 No odiar a nadie. 66 No tener celos. 67 No obrar por envidia. 68 No ser amigo de discordias. 69 Huir de la arrogancia. 70 Venerar a los ancianos. 71 Amar a los jóvenes. 72 Orar por los enemigos en el amor de Cristo. 73 Antes de acabar el día hacer las paces con quien se haya reñido. 74 Y jamás desesperar de la misericordia de Dios.

     75 Estos son los instrumentos del arte espiritual. 76 Si perseverantemente los usamos día y noche y en el día del juicio los devolvemos, el Señor nos recompensará con el premio que nos prometió: 77 Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman . 78 Pero el taller donde incansablemente debemos practicar estas cosas es el recinto del monasterio permaneciendo estables en la comunidad.


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