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Ser moderados en todo.
1 Creemos que es suficiente para la comida diaria, sea a las doce o a las tres, servir en todas las mesas dos platos cocidos, en atención a las necesidades de algunos, 2 para que quien no pueda comer del uno se alimente del otro. 3 Por tanto, bastarán dos platos cocidos para todos los hermanos y, si hay fruta o legumbres tiernas, añádase un tercer plato. 4 Baste una libra larga (328 gr.) de pan al día, haya una sola comida o haya comida y cena. 5 Si tienen que cenar, guarde el mayordomo la tercera parte de esa libra para darla a la cena. 6 Pero, si han tenido un trabajo más duro, el abad podrá con libertad, si lo juzga conveniente, añadir algo, 7 sin que nadie se exceda y sin exponer nunca al monje a una indigestión. 8 Pues no hay cosa más contraria al cristiano que el exceso en la comida, 9 como dice nuestro Señor: Tened cuidado no se os embote la mente con los excesos. 10 Pero a lo niños de menor edad no se les sirva la misma cantidad sino menor que a los adultos, para ser moderados en todo. 11 Absténganse siempre todos de comer carne de cuadrúpedo excepto los enfermos muy débiles.