El oratorio sea lo que dice su nombre.
1 El oratorio sea lo que dice su nombre y allí no se haga ni se guarde otra cosa. 2 Terminado el oficio divino, salgan todos con el mayor silencio, guardando reverencia a Dios, 3 para que, si acaso, algún hermano quiere orar en privado no se lo impida la impertinencia de otro. 4 Y si en otro momento quiere orar en secreto, simplemente entre y ore, no en voz alta, sino con lágrimas y en lo íntimo del corazón. 5 Por tanto al que lleve otra intención no se le permita quedarse en el oratorio al terminar el oficio divino para que no estorbe a otro.